La ruta jacobea o camino de Santiago es un viaje que recorren los peregrinos principalmente españoles y de toda Europa para llegar a la ciudad santa de Santiago de Compostela, donde son guardadas y veneradas las reliquias del apóstol Santiago. Es una ruta que cuenta con muchos siglos en su haber, y que fue muy concurrida sobre todo en la Edad Media, pero que se olvidó en siglos posteriores. Actualmente ha recuperado su auge por la belleza de sus parajes y su carácter natural, lo que la hace atrayente para los amantes del turismo rural. Ha sido declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, y también posee el título de La Calle Mayor de Europa.
El camino de Santiago tiene rutas francesas y españolas, que finalmente confluyen en algún punto para llegar al mismo destino: la catedral de Santiago. Desde Francia se puede seguir la ruta hasta llegar a España, donde existen caminos a través de Navarra, La Rioja, el norte de Castilla y León y finalmente Galicia. Desde hace años, la vieira o venera, crustáceo que se encuentra principalmente en las costas de Galicia y que tiene una concha muy característica, es el símbolo universal del camino de Santiago y de sus peregrinos. Esta costumbre se remonta a mucho tiempo atrás, cuando los peregrinos regresaban a sus lugares de origen con una concha de vieira en sus ropas o sombreros para demostrar que habían hecho la ruta.
Como ya se ha indicado antes, tras la edad Media y la Moderna (épocas de su mayor auge), el camino de Santiago fue perdiendo importancia paulatinamente, llegándose prácticamente al desuso. Sin embargo, a finales del siglo veinte, y con la llegada del Año Santo Compostelano en 1993, el gobierno de la Comunidad Autónoma de Galicia apostó por aumentar y potenciar su valor tanto turístico como cultural, para que se sumaran al camino personas no sólo de perfil religioso tradicional, sino viajeros que buscan tanto paz interior como parajes naturales y convivencia. Esto se vio apoyado por las otras comunidades autónomas por las que pasa la ruta, con lo que gracias al esfuerzo común se ha logrado una nueva imagen para el camino, siendo reclamo turístico para personas de toda procedencia.
Realizar el camino de Santiago es un viaje que muchas personas realizan o bien por alguna promesa o por el simple hecho de realización personal. La ruta puede hacerse a pie, a caballo o en bicicleta, y en ella se reúnen lo religioso, lo turístico, lo gastronómico, lo deportivo, lo económico, lo espiritual… Los peregrinos pueden seguir el camino gracias a flechas pintadas de amarillo que adornan los senderos, señales y postes que indican los kilómetros que les faltan para llegar a su destino. Los tramos más importantes se llaman de Gran Recorrido, y suelen contar con una longitud superior a los cincuenta kilómetros. Suelen hacerse en caminatas que pueden durar hasta dos días, aunque el peregrino cuenta con albergues y establecimientos situados en diferentes puntos a lo largo de los mismos para poder descansar y reponer fuerzas (pueden ser públicos o privados). La credencial de peregrino es un folleto que se sella un par de veces al día al pasar por alguna iglesia o albergue para que el viajero acredite su estancia, y finalmente consiga la Compostelana, certificado expedido por las autoridades eclesiásticas y dado al peregrino cuando por fin finaliza su recorrido.